1. La persona que llega a tu vida siempre es la persona correcta
Esta de las primeras leyes de la espiritualidad nos enseña que nadie llega a nuestra vida por casualidad. Todas las personas que nos rodean están ahí por algo, incluso las personas tóxicas. En cada intercambio y en cada momento, todos nos aportamos algo. Vivimos en un mundo con tonalidades grises.
No todos somos siempre alumnos o siempre maestros. Cada uno de nosotros aporta algo positivo, aunque sea a través de un rasgo negativo, como por ejemplo algo que no soportamos o que nos hace daño.
Las personas somos siempre linternas en la oscuridad. Hay personas más representativas que otras pero todas, sin excepción, tienen algo que decirnos. Por eso, con el tiempo llegamos a agradecer las piedras de nuestro camino, tales como que alguien nos complicara la existencia en un momento dado o que nos apoyara fielmente.
Todo, absolutamente todo, suma en la vida. Esta es la razón por la que debemos tener una buena predisposición hacia los demás y no desestimar ningún aprendizaje.
2. Lo que sucede es la única cosa que podría haber sucedido
La segunda de las leyes de la espiritualidad nos muestra que nada de lo que acontece en nuestras vidas podría haber sido de otra forma. Desde que pasó lo que pasó ya es lo único que podía haber pasado. Lo que nos sucede es lo que nos tiene que suceder, lo adecuado en cada momento y a través de lo cual tenemos que extraer un significado concreto.
Estamos acostumbrados a pensar en lo que podría haber sido, en crear situaciones hipotéticas en las que actuábamos de otra manera y, como consecuencia, obteníamos otro resultado.
Cada cambio genera situaciones impredecibles, por esto, debemos aceptar que lo que sucede ya lo ha hecho y no hay otras posibilidades. Lo hecho, hecho está. Cada uno de nuestros comportamientos generará en nuestro entorno una cadena secuencial de acontecimientos que marcan nuestro camino.
No nos amarguemos con lo que podíamos haber hecho y no hicimos, cada cosa tiene su momento y lleva su tiempo asumir los aprendizajes necesarios. Como dicen, no puedes hacer una maratón si antes no caminaste y no puedes caminar si antes no gateaste. En definitiva, no podemos evitar dar los pasos necesarios en la vida.
Somos una casualidad llena de intención.
3. Cualquier momento en el que algo comienza es el momento correcto
La tercera de las leyes de la espiritualidad nos dice que lo que comienza lo hace en el momento adecuado siempre, ni antes ni después. Lo nuevo en nuestra vida aparece porque nosotros lo atraemos y estamos preparados para verlo y disfrutarlo. Entendiendo esto, aceptaremos que cuando la vida pone algo en nuestro camino tenemos que disfrutarlo.
No esperes que llegue el momento perfecto… Toma el momento y hazlo perfecto.
4. Cuando algo termina, termina
Por último, la cuarta de las leyes de la espiritualidad nos ilustra sobre la realidad de que solemos estar atados a un sinfín de historias y emociones. Decir adiós duele, pero cuando algo termina mantenerlo a nuestro lado generará un gran malestar y múltiples dependencias e inseguridades.
Seguir adelante y avanzar es la mejor opción para enriquecerse y no sufrir. Recuerda que la persona más influenciable con la que hablas cada día eres tú. Ten cuidado entonces con lo que te dices a ti mismo y fluye con la vida.
Deja fluir, no te aferres a nada ni a nadie, todo tiene su momento en nuestras vidas y también tiene un porqué
(LA MENTE ES MARAVILLOSA.COM)
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